martes, 18 de noviembre de 2008

EL SER SUPERIOR Segunda Parte

Una cita en Lugano...El trabajo de Santos Márquez no cesó. Apenas una semana después de vestir a Figo de blanco, el intermediario concertó una reunión en Marsella con Alain Miglaccio, representante de Zinedine Zidane. Nadie se explicaba cómo se pagaría el segundo cromo del álbum, pero el constructor, borracho de éxito, estaba empeñado en incorporar a la plantilla ese mismo año al mejor jugador del mundo. Esta vez Santos Márquez no viajó solo sino con dos de las personas de la máxima confianza de Florentino: su hermano Enrique y su abogado José Luis del Valle.Según pudieron comprobar, la disposición del francés para instalarse en Madrid era total y así lo transmitieron al presidente blanco. El mismo Florentino tuvo la oportunidad de confirmarlo en diciembre, con motivo de la celebración en Mónaco de la gala de la FIFA que eligió al francés el mejor jugador del año y al Madrid el mejor club del siglo. De la anécdota dio fe el propio jugador. Pérez le pasó una servilleta con una pregunta escrita en inglés: “¿Quieres jugar en el Real Madrid?”. Zidane, lacónico como siempre, respondió con un elocuente “Yes”. Comenzaba la parte más difícil: conseguir que la Juventus de Turín accediera al traspaso. Las primeras intentonas resultaron infructuosas y la prudencia aconsejó paralizar cualquier gestión hasta el año siguiente. Entre enero y mayo del 2001 el agente del Madrid realizó ocho viajes a Nápoles, siempre en lunes, para convencer de las bondades del traspaso al director general de la Vechia Signora, Luciano Moggi, afincado en esa ciudad del sur de Italia.Para desesperación del representante, todas las citas con Moggi parecían calcadas. El directivo italiano se limitaba a repetir machaconamente que Zidane no estaba en venta. Sin embargo, en el último encuentro algo cambió. Márquez le instó a que pusiera un precio por el jugador. Tras pensar un momento, Moggi respondió: “120 millones de euros”. La cifra era disparatada pero sugería que la Juventus se mostraba por fin dispuesta a entrar en negociaciones. El representante pidió 15 días para darle una respuesta y se volvió a Madrid con la certeza de que su insistencia había sido recompensada.La contestación del Madrid no tardó en producirse y fue correspondida con una invitación para celebrar una reunión en la localidad suiza de Lugano. Hasta allí viajaron en un avión privado Florentino Pérez, Santos Márquez y ‘Chitín’ del Valle, el abogado de ACS. Previamente, se había alcanzado un acuerdo con el jugador, y el propio Zidane había comunicado a los directivos de la Juventus sus deseos de marcharse. Los italianos habían rebajado sus pretensiones a 90 millones de euros, y lo harían más aún, hasta cerrar un acuerdo en 77 millones. El francés ya era madridista.... y otra en MontecarloEl plan que el ‘gordo Márquez’ diseñó para el candidato a la presidencia del Madrid se había completado con éxito. El entendimiento entre Pérez y el representante alcanzó en algún momento tales niveles de complicidad que el constructor llegó a ofrecerle el puesto de director técnico. Márquez, al que todos reconocían un sexto sentido para descubrir nuevos talentos, lo rechazó cortésmente, pero prometió trabajar desde fuera para el club, una actividad que le resultó extraordinariamente rentable. No tuvo que pasar mucho tiempo antes de que la confianza entre ambos se quebrara súbitamente.El primero de los desencuentros surgió en torno a Ronaldo. Con anterioridad al Mundial de Japón y Corea, el intermediario había planteado a Pérez la compra del jugador por una cantidad ligeramente superior a los 2.000 millones de pesetas. Florentino dijo que no, del mismo modo que descartaría fichajes como los de los portugueses Cristiano Ronaldo o Cuaresma o el del bético Joaquín.Probablemente influido por Jorge Valdano, Florentino razonó su negativa con el argumento de que la rodilla del delantero era de cristal y representaba un riesgo inasumible. Acostumbrado a apostar sobre seguro, Ronaldo, al que apenas un año antes se le desahuciaba prácticamente para el fútbol, constituía un factor de incertidumbre con el que no quería contar. Unos hacían equipos descubriendo nuevas promesas; él prefería comprar realidades, talonario en mano.Lo que ocurrió en el Mundial de 2002 le hizo cambiar de idea. El brasileño acabó convirtiéndose en máximo goleador del campeonato con ocho goles. La realidad volvía a llamarse Ronaldo y fue en ese momento en que su caché volvía a crecer como la espuma cuando empezó a interesar a Florentino. El asombro de quienes compartían mantel en el restaurante Viridiana de Madrid, entre ellos el ex embajador de España ante Naciones Unidas y ex director general del Madrid, Inocencio Arias, fue total cuando el constructor pronunció las palabras mágicas: “Voy a fichar a Ronaldo”. A mitad del Campeonato Florentino llamó a Santos a Mallorca para retomar la contratación del brasileño. El intermediario le explicó que ya no sería posible conseguir el mismo precio por el jugador. El constructor le pidió el teléfono del director general del Inter, Massimo Moretti, a quien invitó a su barco. Él mismo se encargaría de ajustar las cantidades y de concretar los detalles en otra reunión que decidieron celebrar en Montecarlo.De su mano a mano con Moretti en la capital del Principado, la Prensa vertió sobre Florentino elogios aún mayores de los que acostumbraba a dedicarle. Valdano, un técnico tan bien pagado -300 millones de pesetas al año- que a falta de competencias sobre fichajes hacía gratis de jefe de prensa, llegó a decir que había aprendido más viéndole actuar que con un master de negociación por Harvard. El Real Madrid cerraba la contratación de Ronaldo por 45 millones de euros, casi cuatro veces el precio que le ofreció su intermediario de cabecera. Eso sí, según se dijo, el Inter asumiría el riesgo si otra lesión en la rodilla dejaba inválido al delantero brasileño.El ‘éxito’ del fichaje no impidió que Florentino acusara a Santos Márquez de deslealtad por haber tratado de negociar a sus espaldas con el equipo italiano. En su descargo, el representante siempre sostuvo que todos sus contactos se realizaron con su conocimiento en un hotel de Mallorca, a escasa distancia, por cierto, del lugar donde Pérez tenía atracado su yate. Roto el idilio, nada volvió a ser lo mismo entre ambos.El síndrome de GlasgowQuienes frecuentaban al presidente del Real Madrid coinciden en destacar el cambio que se experimentó en su comportamiento tras la consecución en Glasgow de la novena Copa de Europa. Florentino –opinaban- había tocado el cielo y se había endiosado. El mágico gol de Zidane a los alemanes le transformó. Ensoberbecido, dejó de aceptar consejos y comenzó a reaccionar airadamente ante las críticas.Ello explicaría un hecho insólito en la historia del fútbol. Al acabar el partido contra el Bayer Leverkusen y antes de que diera comienzo la fiesta por el triunfo en la Champions, Florentino se reunió con el entrenador del Arsenal, Arsene Wenger, en la habitación del hotel donde éste se alojaba. El objetivo, lógicamente, era convertirle en entrenador del Madrid y prescindir de Vicente del Bosque, un técnico al que nunca quiso ver dirigiendo a sus galácticos. A Wenger el proyecto deportivo de Florentino le dejaba indiferente y no se dejó convencer ni en éste ni en otros contactos que se establecieron con él en los siguientes meses. Destituir al entrenador que había ganado las dos últimas Copas de Europa y preparar su relevo minutos después de que alzara el trofeo entre sus manos constituía, ciertamente, un comportamiento extraño.No era un secreto que Del Bosque no encajaba en el ‘marketing florentiniano’. Ya antes de convertirse en presidente del Real Madrid el constructor había planeado que José Antonio Camacho, entonces seleccionador nacional, ocupara el banquillo. A mediados de 2000 llegó incluso a pedir al omnipresente Santos Márquez que le preparara una reunión con el técnico, dada la amistad que les unía.Para sortear una posible negativa del entrenador, el representante concertó una comida con Camacho y con el periodista Alfonso Azuara en el restaurante L’Albufera del Hotel Meliá de Madrid, sin informarle de que Florentino haría acto de presencia. El constructor, por su parte, hizo una reserva en el mismo establecimiento para propiciar un encuentro aparentemente casual. Todo ocurrió según lo previsto. A los postres, Pérez se sentó a la mesa en la que compartían mantel el seleccionador nacional, el intermediario y el periodista. No era la primera vez que hablaba con Camacho. Con anterioridad, había estado en su casa en una par de ocasiones. El de ACS fue al grano y le dijo que le gustaría que fuese el entrenador del equipo. “Yo negocio con presidentes, no con candidatos”, le respondió el murciano con su natural desparpajo.Florentino, que no dejaba ningún cabo suelto, había conseguido del entonces secretario general de la Federación Española de Fútbol, Gerardo González, con quien mantenía espléndidas relaciones, el compromiso de no retener a Camacho si el Madrid le reclamaba. Con todo atado y bien atado, el triunfo frente al Valencia en Saint Denis vino a desbaratar sus planes e hizo posible que Del Bosque continuase al frente de la plantilla cuando él llegó a la presidencia ¿Alguien en su sano juicio hubiera destituido al entrenador que había ganado la octava Copa de Europa? Él, desde luego, no.Relevar a Del Bosque se había convertido en su gran obsesión. Al pulcro Florentino no le agradaba ese tipo desgarbado y feo que no encajaba en la ‘marca Real Madrid’, un anagrama virtual de gente guapa, rica y famosa. En los primeros tanteos con el francés Patrick Vieira, Florentino conoció a Peter Kenyon, entonces director deportivo del Manchester United. Tan buena impresión causó en el constructor que, sin pensárselo dos veces, llegó a ofrecerle un puesto con plenos poderes sobre el área deportiva en detrimento de Valdano. De no haber mediado una oferta irrechazable por parte del millonario Roman Abramovich, dueño del Chelsea, Kenyon hubiera cambiado Manchester por Madrid y no por Londres. Antes de sucumbir al talonario de Abramovich, Kenyon tuvo tiempo de facilitar a Florentino el fichaje de Bekcham y hasta de mostrarse especialmente locuaz cuando el constructor le preguntó a quién recomendaría como entrenador. Le dio dos nombres: el del seleccionador inglés Sven Goran Eriksson y el del ayudante de Fergusson en el Manchester, Carlos Queiroz. Del Bosque, esta vez sí, tenía los días contados. Endiosado o no por el triunfo de Glasgow, la relación con el intermediario que le había hecho ganar las elecciones se fue enrareciendo progresivamente hasta la ruptura definitiva. El detonante fue la renegociación del contrato del francés Claude Makelele, quien reclamaba un aumento de su ficha para equipararse a los galácticos. Santos Márquez y su socio Marc Roger plantearon abiertamente el asunto a Florentino Pérez en la cafetería del hotel Eurobuilding de Madrid. El presidente blanco les dijo que era imposible mejorar la ficha del centrocampista, pero que no se opondría a su traspaso a otro club si recibiera una oferta de entre 10 y 12 millones de euros. Un mes después, la conversación volvió a repetirse en el piano-bar del mismo hotel. A los dos intermediarios se unieron el jugador y su padre. Pérez insistió en el mismo argumento y reiteró que traspasaría a Makelele por una cifra semejante a las citadas. Se iniciaba la búsqueda de equipo para el francés.La oportunidad no tardó en llegar desde Londres, donde el Chelsea ofreció a Makelele un contrato por cinco temporadas. El día antes de que comenzara la primera gira asiática del club, ya con el metrosexual Beckham incorporado a la plantilla, el francés se comprometió por escrito con los británicos. Los meses anteriores habían sido pródigos en acontecimientos. El Madrid había perdido la semifinal de la Champions con la Juventus pero había ganado la Liga. No fue bastante para asegurar la permanencia de Del Bosque, al que Valdano comunicó en un cuartucho del Bernabéu la decisión de prescindir de sus servicios que había tomado la Junta Directiva a lo largo de una singular comilona en el restaurante El Señorío de Alcocer. La temporada comenzaba con Queiroz como técnico y con un nuevo galáctico en la constelación.El Chelsea no sólo estaba interesado por Makelele. De hecho, trasladó a Jorge Valdano una propuesta conjunta por Figo, Raúl y Makelele que superaba los 120 millones de euros. En el caso del delantero madrileño, los británicos hablaron directamente con su representante, Ginés Carvajal, al que plantearon un contrato irrechazable. “Las cifras eran mareantes”, subraya uno de los conocedores de la oferta. El acuerdo, no obstante, resultó imposible. A Florentino no se le pasaba por la cabeza deshacerse de sus ‘cromos’. Con Makelele como único objetivo, los ingleses esperaron su regreso de Japón para cerrar el acuerdo con el club. Pero ocurrió lo previsible entre mercaderes. El Madrid quiso exprimir más el limón y se negó inicialmente a desprenderse del jugador, que reaccionó infantilmente negándose a entrenar. Su padre, sin duda un tipo de acción, viajó hasta Mallorca casi de inmediato en busca de Florentino, al que quiso recordar a puñetazos la promesa de traspasar a su hijo que había formulado en su presencia. Poco faltó para que el encuentro degenerara en un auténtico altercado. En un ambiente de gran crispación, el Chelsea aumentó su oferta, tal y como se pretendía. El dinero abre todas las cerraduras.Santos Márquez jamás perdonó a Florentino que no cumpliera su palabra y el constructor borró al intermediario de su agenda. Ninguno de los dos es buen enemigo. El presidente le negó el acceso al club; el representante se dedicó desde entonces a encarecer la nómina de la plantilla, presentando ofertas por jugadores que acababan su contrato, tal era el caso de Michel Salgado. Su última maniobra fue acompañar a Ronaldo a Londres para que escuchara hasta dónde llegaba el interés del Chelsea en contratarle. Dulce venganza si hubiera podido ejecutarse.La leyenda ‘negra’A cuenta del ‘caso Makelele’ comenzó a forjarse una leyenda que tenía que ver con un supuesto ‘tic’ racista del primer ejecutivo de ACS. Para algunos de sus adversarios esa animadversión explicaría su actitud en varios episodios cuyos protagonistas eran jugadores negros, categoría en la que no incluyen a los brasileños Ronaldo y Roberto Carlos.Makelele era el sexto jugador negro que dejaba el Real Madrid desde la llegada a la presidencia de Florentino, si bien es cierto que en el caso de Anelka el consenso sobre la necesidad de vender al jugador era unánime. Cedidos y traspasados fueron también Julio César, Geremi, Flavio Conceiçao y Samuel Eto’o. Respecto a este último, la altivez de Florentino contribuyó a alimentar la maledicencia. En pleno culebrón sobre si el jugador regresaría al Madrid o terminaría en el Barcelona –como finalmente sucedió-, el presidente blanco hizo que el director deportivo Emilio Butragueño viajara a Mallorca para negociar con Eto’o, pese a que él mismo se encontraba a bordo de su yate, el Pitina, atracado a poco menos de un kilómetro del domicilio que el camerunés tenía en la isla.Otro culebrón fue el de Patrick Vieira, el jugador francés negro del Arsenal. Durante el verano de 2004 decenas de portadas de los diarios deportivos dieron por hecho que acabaría siendo el nuevo galáctico del Madrid. ¿Acaso había fracasado Florentino en alguno de sus intentos de fichar a un crack? La historia, en realidad, había comenzado un año antes. Vieira y el constructor habían cenado juntos en Madrid en El Señorío de Alcocer, uno de los locales preferidos de Florentino. En la cena también estuvo presente Makelele. A la estrella del Arsenal no le gustaron algunos comentarios despectivos que el presidente del Madrid hizo de su amigo Claude, aunque quedó en trasladar al club una idea aproximada de sus pretensiones económicas. El resto de la noche pasó para Viera como un suspiro en un local de alterne de la capital y, sin dormir, tomó su avión de regreso.Días después el francés comunicaba sus pretensiones: cinco millones de euros por temporada. Cuando se le trasladó la cifra, Florentino dejó claro que el club tenía dos escalas salariales: la de los galácticos y la del resto. Vieira, al parecer, no estaba en la primera categoría ni podría estarlo nunca. El fichaje, lógicamente, se truncó en aquel mismo instante.Ciertamente, la única discriminación comprobable de la que podía responsabilizarse a Florentino se había producido en el vestuario, donde mantuvo un trato preferente con sus ‘estrellas’, a las que recibía y mimaba al margen del entrenador y del resto de la plantilla. El presidente del Real Madrid demostró que podía ser muy comprensivo con Figo y emplear su precioso tiempo en convencerle de que grabase un spot de Audi, patrocinador del equipo, aunque no le gustase el coche, como argumentaba el portugués para negarse. O que podía convertirse en un padre severo para impedir que Figo y Ronaldo se fueran a ‘pasear’ por Moscú horas antes de un partido decisivo contra el Lokomotiv.Estas deferencias de Florentino con algunos de los galácticos provocaron los primeros roces con José Antonio Camacho, cuyas experiencias como entrenador del Madrid han estado marcadas por lo efímero. La segunda gira asiática del club hizo comprender al entrenador lo difícil que sería gobernar un equipo en el que algunos de sus integrantes podían incumplir las obligaciones impuestas al resto sin sufrir consecuencia alguna.Camacho había conocido otro Real Madrid, que nada tenía que ver con la entidad a la que había regresado como entrenador. La anécdota de su propio fichaje es suficientemente ilustrativa. El entonces jovencísimo jugador del Albacete pretendía una ficha de un millón de pesetas y el gerente del club, Antonio Calderón, le explicó que el club no podía acceder a sus pretensiones porque la norma interna para los jugadores de su edad (18 años) obligaba a hacer contratos por debajo de esa cantidad. Aun así, antes de romper las negociaciones, Calderón le pidió que le explicara el motivo de su obstinación en el millón de pesetas, cuando lo previsible era que más adelante superara con creces esa cantidad. Camacho le respondió que era el dinero que necesitaba para comprar una casa a sus padres.La razón esgrimida conmovió a Calderón, que bajo la mirada y escribió sobre el contrato la cifra de 999.999 pesetas. Después introdujo una mano en su bolsillo, rebuscó entre las monedas y colocó una peseta sobre la mesa. “El resto lo pongo yo”, dijo. Así era el Real Madrid de principios de los años 70. Camacho había conocido un equipo de fútbol en el que había principios, las normas se cumplían y las apariencias se guardaban, y se encontraba ahora como entrenador de un puñado de caprichosos modelos de televisión.Uno de estos modelos fue el detonante de su dimisión. El entrenador había decidido por razones técnicas dejar a David Beckham en el banquillo el día del partido contra el Espanyol en Barcelona, el 18 de septiembre de 2004. Sonó su móvil. Era Florentino Pérez. Le dijo que había visto la alineación y que Beckham tenía que saltar al campo obligatoriamente porque el contrato que se había renegociado con Adidas exigía que el inglés jugara salvo casos de lesión. “Si esto es así, siéntese usted en el banquillo porque yo le presentó la dimisión”, contestó Camacho. Beckham fue suplente durante el primer tiempo y sustituyó a uno de sus compañeros en el minuto 55. La dimisión se hacía oficial poco después. Un pacto de confidencialidad sellaría los labios del entrenador sobre este incidente. El coleccionista de cromos despegaba a Camacho de su álbum sin ningún miramiento.
las puertas del Club de los Iluminados se abren de par en par, no comparto simpatia por este club, pero reconozco que Tito Flo tiene mucha luz, esperamos ansiosos, escuchar ese never,never,never.. Florentino Perez, ¡Gran Iluminado!

lunes, 17 de noviembre de 2008

EL SER SUPERIOR Primera Parte

Hubo un tiempo en que la galaxia estubo dominada por una persona, el solo hecho de pronunciar su nombre, hacia temblar hasta el ultimo personaje de el planeta futbol, Florentino Perez.Un hombre serio, algo timido, escondido tras sus gafas de corte clasico, incumbro al Real Madrid, a unas cotas de exito nunca vistas, y a tiranizar durante algunos años, con su flota Galactica, arrasavan cada campo que pisaban, los balones de oro y las giras multitudinarias eran su sello.Os dejo con un extracto de un libro muy recomendable, donde se echa algo de luz, sobre la figura de este constructor misterioso, lleno de poder. Florentino Perez, retrato en blanco y negro de un conseguidor (Juan Carlos Escudier) Editorial Foca.
Casi un año antes de las elecciones que convirtieron a Florentino Pérez en presidente del Real Madrid, las visitas de Santos Márquez a la sede social de ACS empezaron a resultar familiares. Al menos una vez al mes, el representante tomaba el ascensor acristalado, pulsaba el botón de la planta 10ª y contemplaba durante algunos segundos la panorámica de ciudad inacabada que se ofrecía ante sus ojos. Arriba todo estaba preparado para otra de sus comidas secretas con el constructor, un poderoso empresario con un único y redondo sueño.Aquellos encuentros no eran de la misma naturaleza que los que Pérez acostumbraba a mantener con políticos y empresarios para “hablar del Real Madrid”. Con la excusa del fútbol, Florentino, un tipo simpático, seductor y tremendamente ambicioso, había obrado el prodigio de que dos destacados socialistas como Alfredo Pérez Rubalcaba y Jaime Lissavetzky conspiraran a favor de su causa con un alto cargo del PP, el consejero de Urbanismo de Madrid, Luis Eduardo Cortés; o el más difícil todavía: que el financiero Juan Abelló demorara su presencia en alguna cacería, todo un imposible metafísico. Estos sorprendentes logros abonaban un campo al que le había llegado la hora de la siembra. Las comidas con Santos Márquez eran de trabajo y el trabajo del ‘gordo Márquez’, tal es su apodo, era y es fichar futbolistas.
contaba entonces 53 años. Se trataba, sin duda, de un hombre hecho a sí mismo. Criado en una familia de clase media, había trascendido la condición de rico sin los lastres habituales de la opulencia. No exhibía fincas en los Montes de Toledo ni había contribuido a la extinción del bucardo, no mejoraba su swing en los campos de golf, ni siquiera presumía todavía de palacete en el corazón financiero de la ciudad. Por el contrario, seguía viviendo en el mismo chalet adosado que compró cuando era concejal, no había dejado de encargar a la sastrería de Cristóbal sus anodinos trajes de señor serio y mayor y sólo se permitía el lujo de navegar en verano por Mallorca, en un yate que no competía en eslora con la de otros millonarios de mayor alcurnia.Primer ejecutivo de un conglomerado de empresas que en 2000 facturaban más de 3.400 millones de euros, Florentino no gustaba de excesos ni se dejaba guiar por las pasiones mundanas. Su matrimonio con María de los Ángeles Sandoval resistía después de más de 30 años y tenía ya asumido que ninguno de sus tres hijos se ajustaba al estereotipo de heredero del imperio. Apenas bebía, era frugal en las comidas y nadie de los que le conocen dirían que el sexo fuera en esos momentos una de sus obsesiones compulsivas.A Florentino le había definido Ramón Mendoza, el socarrón ex presidente del Madrid ya fallecido, con una frase lapidaria: “Señor Pérez: es usted tristón, gris y tiene aire de cenizo”. En cierta medida, encajaba en ese molde de buscada mediocridad con el que atemperaba una vena cheli, un cierto deje de chulo de barrio que le brotaba en los momentos más inoportunos, cuando la tensión hace perder las composturas fingidas. Como empresario, el presidente de ACS carecía de toda aureola mítica. Nadie podría ver en él al Mario Conde de sus primeros años que se estudiaba en las facultades de Económicas ni al Juan Villalonga que una década después convertía eso que se dio en llamar ‘creación de valor para el accionista’ en un reality show. El camino de Florentino había sido otro más prosaico, más político: el de las relaciones personales cultivadas en incontables comidas y veladas, el de ese amiguismo que ocupa un espacio difuso entre el legítimo interés y el tráfico de influencias.El primer contacto entre el constructor y el representante se produjo a finales de 1994, cuando un no tan conocido Florentino Pérez quiso disputar a Mendoza el sillón de presidente blanco. Uno de los hombres de su equipo, el que fuera defensa central del Madrid Gregorio Benito, fue el encargado de solicitar sus servicios. Santos y su socio Marc Roger eran dos conocidos agentes con influencia sobre una amplia nómina de futbolistas. A Benito y a Enrique Pérez, el hermano economista de Florentino, les correspondió hacer las primeras gestiones ante el intermediario para saber si estaba en condiciones de ofrecer al candidato un crack con el que presentarse ante los socios.Después de contemplar varias opciones, Santos Márquez les dijo que veía posible el fichaje de Pedja Mijatovic, un delantero que había llegado al Valencia en 1993 y que con el tiempo sería conocido por la afición del Madrid como el ‘héroe de Ámsterdam’. La respuesta al ofrecimiento llegó de labios de Benito: “Dice Florentino que nos olvidemos, que puede ganar sin anunciar la contratación de jugadores”.En las semanas siguientes la confianza del constructor en la victoria debió de diluirse y días antes de las elecciones fue el propio Florentino el que, por primera vez, llamó por teléfono a Santos Márquez. Necesitaba un golpe de efecto para contrarrestar la ventaja de Mendoza en las encuestas. “Ve a buscar al jugador”, le urgió. La premura hacía que la petición resultara imposible de cumplir. “Ahora ya no queda tiempo para traerle”, le respondió. El resto es sobradamente conocido. Pese a la grave situación económica que atravesaba el club, y gracias a un aluvión de votos por correo, Mendoza le robaba la cartera y la presidencia.Entre aquel suceso y el momento en el que el ascensor de ACS se detuvo en la planta 10ª de la constructora y Santos Márquez anunció su presencia a Conchita, la fiel secretaria de Florentino, habían pasado casi cinco años. Un renombrado periodista deportivo, Alfonso Azuara, había sido el responsable de que los caminos del empresario y del representante volvieran a cruzarse. Azuara, un admirador de Bernabéu, quiso ver en Pérez la última oportunidad para regenerar el club y, con la idea de que ganara las siguientes elecciones, se convirtió en su profesor de ‘historia madridista’, en su estratega de comunicación y en algo más extraño todavía: en el único de sus asesores que nunca quiso estar a sueldo del empresario.En estas comidas y reuniones con Márquez en la sede de ACS, cerca de veinte en total, se encuentra el origen de la ‘galaxia Florentino’, aunque los erráticos gustos futbolísticos del constructor no lo presagiaran en un principio. De hecho, el nombre del primer ‘astro’ que salió de labios de Florentino en uno de estos almuerzos dejó atónitos a sus dos colaboradores. Su propuesta se llamaba Stefan Effenberg, el futbolista alemán que había regresado al Bayer de Munich en 1999 y cuya edad (31 años), que no su explosivo carácter, hacían ya imposible seguir tildándole de enfant terrible. Espléndido jugador y peor persona, Effenberg era mayor, demasiado mayor. “Tú estás loco”, le contestaron al unísono el representante y el periodista.Azuara dio cuatro nombres. Le dijo que si fuera presidente el hombre a fichar sería Rivaldo pero que como aún no lo era sus objetivos tendrían que ser Figo, Zidane y Mendieta. Santos Márquez se sumó a esta última alternativa. El representante creía posible contratar a Zidane y a Figo, prioritariamente a éste último porque su incorporación al Madrid tendría efectos devastadores en la moral del FC Barcelona, el gran rival. Estos cuatro jugadores eran, curiosamente, los que citaban los socios del Madrid como sus preferidos en una de las encuestas mensuales encargadas por el de ACS a Vox Pública, la empresa de estudios de mercado del grupo Zeta. Reminiscencia quizás de su pasado político, las encuestas han guiado siempre las principales decisiones de Pérez al frente del Real Madrid. Aquella coincidencia terminó de convencerle.Para ponerse manos a la obra, Santos puso como condición que se le extendiera un ‘salvoconducto’, una autorización por escrito en la que se hiciera constar en nombre de quién actuaba. Se trataba de la misma petición que había formulado al presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, antes de iniciar las gestiones para el fichaje del francés Nicolas Anelka, el más caro de la historia hasta ese momento. En aquel episodio, de triste recuerdo para el representante, estableció los primeros contactos y luego fue apartado de la negociación por los directivos del Madrid. El resultado, el obvio: no había cobrado ni un céntimo por el traspaso, aunque tenía claro quién se había embolsado en su lugar la comisión que le correspondía.Florentino disipó los recelos de Santos con la promesa de que su trabajo sería recompensado holgadamente, pero rehusó facilitarle poder alguno hasta no llegar a la presidencia del club. Ambos convinieron que sería una empresa del grupo ACS la que figuraría como garante de los posibles acuerdos. La operación estaba en marcha.Un fichaje 10 la idea de anticipar los comicios rondaba por la cabeza de los mandatarios madridistas desde principios de 2000. Era la opción defendida por el entonces vicepresidente Juan Onieva para preparar adecuadamente la conmemoración del Centenario, que venía a coincidir con el final del mandato de la Junta. Sin embargo, la decisión definitiva no se tomó hasta finales de mayo, una vez ganada la octava Copa de Europa ante el Valencia. En palabras de un destacado directivo de Sanz, “las elecciones se convocaron sobre la marcha sin reparar en nada porque pensamos que íbamos a ganar sin despeinarnos”.Para Florentino y su entorno, sin embargo, el adelanto de las elecciones se consideraba una certeza desde enero. Dicho convencimiento explicaría la antelación con la que se preparó ‘Hiroshima’, el nombre en clave que daban al fichaje del portugués los conocedores del secreto en sus conversaciones telefónicas. El constructor nunca ha confiado demasiado en los teléfonos. La costumbre que adquirió en su empresa de ordenar barridos periódicos de las líneas la puso en práctica nada más aterrizar en las oficinas del Real Madrid. El primer informe alertó de que las comunicaciones no eran seguras. Tanta intuición resulta con el tiempo sorprendente.En los primeros días de abril de 2000, casi dos meses antes de que el Madrid paseara ‘la octava’ por París, Santos Márquez daba la buena nueva a un incrédulo Florentino Pérez: “Todo arreglado. Acaba de firmar”, le comunicó. El as que le daría el sillón de la casa blanca estaba ya en su manga. Las negociaciones con el jugador fueron sorprendentemente rápidas. Previamente, el ex futbolista del Atlético de Madrid, Paolo Futre, había allanado el camino con su representante José Veiga. Figo había visto en la oferta de 1.000 millones netos al año un elemento más de presión en su pulso para mejorar el contrato que le ligaba al Barça, también con un proceso electoral en ciernes. Aficionado a firmar varios contratos a la vez –ya lo hizo con el Parma y la Juventus antes de dejar el Sporting de Lisboa para recalar en el equipo de Cruyff- nunca creyó que Florentino Pérez llegaría a la presidencia. Por eso, ni él ni Veiga dieron importancia a la penalización de 5.000 millones de pesetas que el documento contemplaba para el supuesto de que alguna de las dos partes decidiera incumplirlo. “Estoy tan confiado en que vendrá Figo que, si no lo hace, pagaré las cuotas de los socios el año que viene”, presumía el constructor durante la campaña electoral.La primera conversación entre Santos y Figo tuvo lugar en el hotel Juan Carlos I, un cinco estrellas muy apropiado para un galáctico. El agente le planteó el asunto sin rodeos. Fichara o no finalmente por el Madrid, ganara o no Florentino Pérez las elecciones, él no tendría nada que perder y sí mucho que ganar. La oferta, además era lo suficientemente tentadora: 6.000 millones por seis temporadas. “Piénsatelo y me llamas”.Fue exactamente lo que el portugués hizo. La segunda y definitiva cita volvió a tener como marco el hotel de lujo de la Avenida Diagonal. A Figo no le tembló el pulso cuando estampó su firma en el documento que en Madrid había preparado José Luis del Valle, ‘Chitín’, el abogado del Estado que ejerce de alter ego de Pérez en los temas jurídicos. El portaestandarte del barcelonismo se había entregado al enemigo blanco. Una vez que Lorenzo Sanz convocó las elecciones, Veiga informó sucintamente a los directivos del Barça del compromiso alcanzado por Figo con uno de los candidatos del Real Madrid. Cundió el desasosiego. La primera parte de las vacaciones del jugador en el Algarve fue un ir y venir constante de emisarios barcelonistas para disuadirle de sus propósitos. Joan Gaspart, llamado a sustituir a Josep Lluís Núñez al frente del club, llegó a viajar a Cerdeña para tratar sin éxito de ‘desfacer el entuerto’.A Sanz le costó cara su incredulidad. El presidente saliente fue informado de la maniobra de su adversario con cierta antelación pero se negó a considerarla. Santos, convertido en ‘agente doble’, se plantó en sus oficinas y le reveló el gran secreto: “Me dicen que Florentino tiene fichado a Figo. Tú verás lo que haces...”. Como era presumible, Sanz no hizo absolutamente nada.Cuando Florentino descubrió su baza a una semana de las elecciones, la presidencia cayó como fruta madura. A las 20,30 de la tarde del 17 de julio de 2000 hacía realidad su sueño de verse proclamado presidente del Real Madrid en la sala de trofeos del club. Al concluir el acto, el constructor abandonó precipitadamente el estadio para dirigirse, en compañía de Santos Márquez, al aeropuerto de Torrejón. Allí aguardaba un avión privado para conducirles a Lisboa. Simultáneamente, Figo viajaba a la capital portuguesa desde Cerdeña, donde pasaba sus vacaciones. La cita se había fijado en el despacho de Veiga, en el centro de la capita lusa, donde ya se encontraba Paolo Futre, que había acudido a retirar el cheque de 100 millones de pesetas en que había tasado sus servicios.Lo que se presentaba como una reunión ceremoniosa para que ambos protagonistas se conocieran, para que el jugador firmara el contrato definitivo con el club y para determinar el momento más adecuado de presentarle en Madrid se complicó más de la cuenta. Figo empezaba a ser consciente de que el callejón en el que se había metido no tenía salida.En medio de una indisimulada tensión, avanzaba la noche sin que Figo firmara. En un momento determinado, Santos Márquez le preguntó si quería algo más para decidirse. Tras dudar un momento, Figo respondió: “A Sa Pinto”. Al flamante presidente del Madrid la contestación del futbolista le pilló en fuera de juego: “¿Quién es Sa Pinto?”, inquirió a su vez. “Un ciclista”, le respondió Márquez en tono jocoso. Por fin, a las cinco de la madrugada y sin compromiso alguno con Sa Pinto, jugador del Sporting de Lisboa y de la Real Sociedad y uno de los mejores amigos de Figo, Florentino Pérez guardaba en su bolsillo el contrato con la rúbrica de su primer galáctico. Había sido necesario entregarle un suculento adelanto sobre la ficha del primer año, 600 millones de pesetas, que ingresó en su cuenta corriente una semana después, horas antes de vestirse de blanco ante la prensa.Nada podía hacer ya Gaspart para truncar la operación. Lo que hubiera sido factible con el precontrato inicial -era improbable que Pérez, un constructor con intereses en Cataluña, hiciera valer en los tribunales el acuerdo del jugador con una de sus empresas - resultaba una quimera tras la firma del contrato definitivo entre el jugador y el Real Madrid. Al Barça no se le había pasado por la cabeza abonar la indemnización de 5.000 millones contemplada en el documento. La celeridad con que se desarrolló la última fase del fichaje fue providencial para evitar sorpresas desagradables.En la mañana del 18 de julio, apenas unas horas después de formalizar la contratación, Florentino telefoneaba a Joan Gaspart para comunicarle el epílogo del ‘caso Figo’. Quería consultarle sobre la fecha más conveniente en la que realizar la presentación oficial del jugador. Según le explicó le Florentino, no era su deseo interferir en el proceso electoral del Barcelona, que vivía sus últimas jornadas. Gaspart agradeció el detalle y le sugirió que demorara el acto una semana hasta que los socios del Barça hubieran pasado por las urnas. Y eso fue lo que se hizo.A las seis de la tarde del 24 de julio Figo comparecía en la sala de trofeos del Santiago Bernabéu. Ese mismo día el Banco Zaragozano concedía cuatro créditos al Real Madrid por un importe total de 13.000 millones de pesetas, imprescindibles para abonar al Barcelona la cláusula de rescisión del jugador: 11.913 millones de pesetas. Los Albertos, grandes amigos del constructor, habían corrido en su ayuda. “Sé lo que pueden pensar en arcelona, pero tengo la conciencia muy tranquila”, declaró el futbolista a la nube de reporteros.

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA ISLA

Llegado el mes de Mayo, todos los miembros de el Club de los Iluminados, se trasladan a la isla de Tenerife, y durante un fin de semana, como si se tratara de una peregrinación religiosa, visitan el mágico Eliodoro Rodriguez Lopez, se reunen en plena noche en su playa, al lado de una fogata comparten anécdotas y recuerdos futbolisticos. Eric Cantona, quedo enamorado de aquel humilde equipo, y de la épica de aquellas ligas, El Club decidió, homenajear la Isla con esta pequeña visita, ya son diez años, y siempre en secreto, jamas la prensa escrita se ha hecho eco de las reuniones, nunca se debe saber nada.Una noche hablando con Cantona, me contó, que cada vez que la pisan, es como si fuera una experiencia nueva, el mar suena con fuerza,en el césped del estadio perfectamente cortado, aun se pueden observar las heridas de combates pasados, la playa cuando llega la noche, se silencia, reposa con calma, el fuego la ilumina, y todos nuestros Iluminados se lo pasan fabulosamente, es un viaje mágico y sirve para renovar fuerzas y expulsar tensiones, cuando dejamos la Isla sentimos pena, el avión se aleja y queremos lanzarnos al agua y nadar hasta ese trozo de roca, pero sabemos que queda un año para volver, ha sido un buen viaje , nos miramos y sonreímos,nos llevamos un tesoro, todos nosotros lo hemos visto y nos acompaña, es uno de los mas poderosos del mundo, y su belleza te deja sin palabras, no esta cubierto de oro, ni de plata ni esta hundido en ningún viejo Galeón de siglos pasados, cierra los ojos y simplemente pronuncia Tenerife.

domingo, 2 de noviembre de 2008

VIGILANDO EL TEATRO DE LOS SUEÑOS

Reconocido en dos ocasiones (1992 y 1993) como mejor portero de Europa y campeón de la Champions en la agónica final del Camp Nou, contra el Bayern Múnich, en 1999, la única relación que Peter Schmeichel mantiene ahora con el fútbol es su condición de padre de Kasper Schmeichel, portero del Manchester City. El mismo club en el que se retiró su padre... tras casi media vida deportiva en el United, con el que obtuvo sus mejores éxitos.Ansioso de regresar al primer plano mediático, Peter Schmeichel ha aceptado una oferta de Discovery Channel para protagonizar una serie –’Dirty Jobs con Peter Schmeichel’–, en la que el ex guardameta danés recorrerá Europa para mostrar los trabajos más desagradecidos y las profesiones más desconocidas. El programa se emitirá todos los domingos, a partir de pasado mañana, a las 21.20 horas por este canal temático.Schmeichel se convertirá por unas horas en taxidermista, criador de cerdos, limpiador de cloacas o buscador de objetos en vertederos y recorrerá lugares tan peculiares como las minas de carbón de Polonia o las fábricas de curtidos de pieles en Italia. Lugares en los que reina la más absoluta suciedad.Peter también será barrendero en Venecia, donde 100.000 palomas defecan 15 veces al día, y disecará una cabeza de vaca en Polonia.Y esque el fútbol es como una montaña rusa muy cruel, un día eres un ídolo para miles de niños y al siguiente te encuentras, manoseando las partes nobles de un cerdo por television, aunque en el club de los Iluminados nos quedamos con ese pedazo de jugador, símbolo durante muchos años de un equipo de ensueño, con esa sonrisa picara, y esa nariz a lo fofito, cada domingo se ajustaba las manoplas y deleitaba al publico, con paradas increíbles, la portería se convirtió en un lugar donde vivir, y no dejaba que ningún balón la perturbase, un autentico símbolo en ese mítico teatro de los sueños, sinceramente creo que tardaran muchas décadas en ver un portero tan perfecto, en todo los sentidos del juego, mucha gente habla y veneran a un rubio llamado Beckam, pero el Club de los Iluminados,sabe que la autentica luz no la posee aquel que da mejor a cámara, sino aquel jugador que se deja la piel, y que intenta dar a este deporte algo diferente, algo mágico. Y porque una leyenda de su estatus, no debe pasarse el día retozando entre la mierda. Así pues nos enorgullece abrir las puertas a un Iluminado de categoría, un buen amigo,y uno de nuestros ídolos de niñez ¡Bienvenido Peter!