lunes, 17 de noviembre de 2008

EL SER SUPERIOR Primera Parte

Hubo un tiempo en que la galaxia estubo dominada por una persona, el solo hecho de pronunciar su nombre, hacia temblar hasta el ultimo personaje de el planeta futbol, Florentino Perez.Un hombre serio, algo timido, escondido tras sus gafas de corte clasico, incumbro al Real Madrid, a unas cotas de exito nunca vistas, y a tiranizar durante algunos años, con su flota Galactica, arrasavan cada campo que pisaban, los balones de oro y las giras multitudinarias eran su sello.Os dejo con un extracto de un libro muy recomendable, donde se echa algo de luz, sobre la figura de este constructor misterioso, lleno de poder. Florentino Perez, retrato en blanco y negro de un conseguidor (Juan Carlos Escudier) Editorial Foca.
Casi un año antes de las elecciones que convirtieron a Florentino Pérez en presidente del Real Madrid, las visitas de Santos Márquez a la sede social de ACS empezaron a resultar familiares. Al menos una vez al mes, el representante tomaba el ascensor acristalado, pulsaba el botón de la planta 10ª y contemplaba durante algunos segundos la panorámica de ciudad inacabada que se ofrecía ante sus ojos. Arriba todo estaba preparado para otra de sus comidas secretas con el constructor, un poderoso empresario con un único y redondo sueño.Aquellos encuentros no eran de la misma naturaleza que los que Pérez acostumbraba a mantener con políticos y empresarios para “hablar del Real Madrid”. Con la excusa del fútbol, Florentino, un tipo simpático, seductor y tremendamente ambicioso, había obrado el prodigio de que dos destacados socialistas como Alfredo Pérez Rubalcaba y Jaime Lissavetzky conspiraran a favor de su causa con un alto cargo del PP, el consejero de Urbanismo de Madrid, Luis Eduardo Cortés; o el más difícil todavía: que el financiero Juan Abelló demorara su presencia en alguna cacería, todo un imposible metafísico. Estos sorprendentes logros abonaban un campo al que le había llegado la hora de la siembra. Las comidas con Santos Márquez eran de trabajo y el trabajo del ‘gordo Márquez’, tal es su apodo, era y es fichar futbolistas.
contaba entonces 53 años. Se trataba, sin duda, de un hombre hecho a sí mismo. Criado en una familia de clase media, había trascendido la condición de rico sin los lastres habituales de la opulencia. No exhibía fincas en los Montes de Toledo ni había contribuido a la extinción del bucardo, no mejoraba su swing en los campos de golf, ni siquiera presumía todavía de palacete en el corazón financiero de la ciudad. Por el contrario, seguía viviendo en el mismo chalet adosado que compró cuando era concejal, no había dejado de encargar a la sastrería de Cristóbal sus anodinos trajes de señor serio y mayor y sólo se permitía el lujo de navegar en verano por Mallorca, en un yate que no competía en eslora con la de otros millonarios de mayor alcurnia.Primer ejecutivo de un conglomerado de empresas que en 2000 facturaban más de 3.400 millones de euros, Florentino no gustaba de excesos ni se dejaba guiar por las pasiones mundanas. Su matrimonio con María de los Ángeles Sandoval resistía después de más de 30 años y tenía ya asumido que ninguno de sus tres hijos se ajustaba al estereotipo de heredero del imperio. Apenas bebía, era frugal en las comidas y nadie de los que le conocen dirían que el sexo fuera en esos momentos una de sus obsesiones compulsivas.A Florentino le había definido Ramón Mendoza, el socarrón ex presidente del Madrid ya fallecido, con una frase lapidaria: “Señor Pérez: es usted tristón, gris y tiene aire de cenizo”. En cierta medida, encajaba en ese molde de buscada mediocridad con el que atemperaba una vena cheli, un cierto deje de chulo de barrio que le brotaba en los momentos más inoportunos, cuando la tensión hace perder las composturas fingidas. Como empresario, el presidente de ACS carecía de toda aureola mítica. Nadie podría ver en él al Mario Conde de sus primeros años que se estudiaba en las facultades de Económicas ni al Juan Villalonga que una década después convertía eso que se dio en llamar ‘creación de valor para el accionista’ en un reality show. El camino de Florentino había sido otro más prosaico, más político: el de las relaciones personales cultivadas en incontables comidas y veladas, el de ese amiguismo que ocupa un espacio difuso entre el legítimo interés y el tráfico de influencias.El primer contacto entre el constructor y el representante se produjo a finales de 1994, cuando un no tan conocido Florentino Pérez quiso disputar a Mendoza el sillón de presidente blanco. Uno de los hombres de su equipo, el que fuera defensa central del Madrid Gregorio Benito, fue el encargado de solicitar sus servicios. Santos y su socio Marc Roger eran dos conocidos agentes con influencia sobre una amplia nómina de futbolistas. A Benito y a Enrique Pérez, el hermano economista de Florentino, les correspondió hacer las primeras gestiones ante el intermediario para saber si estaba en condiciones de ofrecer al candidato un crack con el que presentarse ante los socios.Después de contemplar varias opciones, Santos Márquez les dijo que veía posible el fichaje de Pedja Mijatovic, un delantero que había llegado al Valencia en 1993 y que con el tiempo sería conocido por la afición del Madrid como el ‘héroe de Ámsterdam’. La respuesta al ofrecimiento llegó de labios de Benito: “Dice Florentino que nos olvidemos, que puede ganar sin anunciar la contratación de jugadores”.En las semanas siguientes la confianza del constructor en la victoria debió de diluirse y días antes de las elecciones fue el propio Florentino el que, por primera vez, llamó por teléfono a Santos Márquez. Necesitaba un golpe de efecto para contrarrestar la ventaja de Mendoza en las encuestas. “Ve a buscar al jugador”, le urgió. La premura hacía que la petición resultara imposible de cumplir. “Ahora ya no queda tiempo para traerle”, le respondió. El resto es sobradamente conocido. Pese a la grave situación económica que atravesaba el club, y gracias a un aluvión de votos por correo, Mendoza le robaba la cartera y la presidencia.Entre aquel suceso y el momento en el que el ascensor de ACS se detuvo en la planta 10ª de la constructora y Santos Márquez anunció su presencia a Conchita, la fiel secretaria de Florentino, habían pasado casi cinco años. Un renombrado periodista deportivo, Alfonso Azuara, había sido el responsable de que los caminos del empresario y del representante volvieran a cruzarse. Azuara, un admirador de Bernabéu, quiso ver en Pérez la última oportunidad para regenerar el club y, con la idea de que ganara las siguientes elecciones, se convirtió en su profesor de ‘historia madridista’, en su estratega de comunicación y en algo más extraño todavía: en el único de sus asesores que nunca quiso estar a sueldo del empresario.En estas comidas y reuniones con Márquez en la sede de ACS, cerca de veinte en total, se encuentra el origen de la ‘galaxia Florentino’, aunque los erráticos gustos futbolísticos del constructor no lo presagiaran en un principio. De hecho, el nombre del primer ‘astro’ que salió de labios de Florentino en uno de estos almuerzos dejó atónitos a sus dos colaboradores. Su propuesta se llamaba Stefan Effenberg, el futbolista alemán que había regresado al Bayer de Munich en 1999 y cuya edad (31 años), que no su explosivo carácter, hacían ya imposible seguir tildándole de enfant terrible. Espléndido jugador y peor persona, Effenberg era mayor, demasiado mayor. “Tú estás loco”, le contestaron al unísono el representante y el periodista.Azuara dio cuatro nombres. Le dijo que si fuera presidente el hombre a fichar sería Rivaldo pero que como aún no lo era sus objetivos tendrían que ser Figo, Zidane y Mendieta. Santos Márquez se sumó a esta última alternativa. El representante creía posible contratar a Zidane y a Figo, prioritariamente a éste último porque su incorporación al Madrid tendría efectos devastadores en la moral del FC Barcelona, el gran rival. Estos cuatro jugadores eran, curiosamente, los que citaban los socios del Madrid como sus preferidos en una de las encuestas mensuales encargadas por el de ACS a Vox Pública, la empresa de estudios de mercado del grupo Zeta. Reminiscencia quizás de su pasado político, las encuestas han guiado siempre las principales decisiones de Pérez al frente del Real Madrid. Aquella coincidencia terminó de convencerle.Para ponerse manos a la obra, Santos puso como condición que se le extendiera un ‘salvoconducto’, una autorización por escrito en la que se hiciera constar en nombre de quién actuaba. Se trataba de la misma petición que había formulado al presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, antes de iniciar las gestiones para el fichaje del francés Nicolas Anelka, el más caro de la historia hasta ese momento. En aquel episodio, de triste recuerdo para el representante, estableció los primeros contactos y luego fue apartado de la negociación por los directivos del Madrid. El resultado, el obvio: no había cobrado ni un céntimo por el traspaso, aunque tenía claro quién se había embolsado en su lugar la comisión que le correspondía.Florentino disipó los recelos de Santos con la promesa de que su trabajo sería recompensado holgadamente, pero rehusó facilitarle poder alguno hasta no llegar a la presidencia del club. Ambos convinieron que sería una empresa del grupo ACS la que figuraría como garante de los posibles acuerdos. La operación estaba en marcha.Un fichaje 10 la idea de anticipar los comicios rondaba por la cabeza de los mandatarios madridistas desde principios de 2000. Era la opción defendida por el entonces vicepresidente Juan Onieva para preparar adecuadamente la conmemoración del Centenario, que venía a coincidir con el final del mandato de la Junta. Sin embargo, la decisión definitiva no se tomó hasta finales de mayo, una vez ganada la octava Copa de Europa ante el Valencia. En palabras de un destacado directivo de Sanz, “las elecciones se convocaron sobre la marcha sin reparar en nada porque pensamos que íbamos a ganar sin despeinarnos”.Para Florentino y su entorno, sin embargo, el adelanto de las elecciones se consideraba una certeza desde enero. Dicho convencimiento explicaría la antelación con la que se preparó ‘Hiroshima’, el nombre en clave que daban al fichaje del portugués los conocedores del secreto en sus conversaciones telefónicas. El constructor nunca ha confiado demasiado en los teléfonos. La costumbre que adquirió en su empresa de ordenar barridos periódicos de las líneas la puso en práctica nada más aterrizar en las oficinas del Real Madrid. El primer informe alertó de que las comunicaciones no eran seguras. Tanta intuición resulta con el tiempo sorprendente.En los primeros días de abril de 2000, casi dos meses antes de que el Madrid paseara ‘la octava’ por París, Santos Márquez daba la buena nueva a un incrédulo Florentino Pérez: “Todo arreglado. Acaba de firmar”, le comunicó. El as que le daría el sillón de la casa blanca estaba ya en su manga. Las negociaciones con el jugador fueron sorprendentemente rápidas. Previamente, el ex futbolista del Atlético de Madrid, Paolo Futre, había allanado el camino con su representante José Veiga. Figo había visto en la oferta de 1.000 millones netos al año un elemento más de presión en su pulso para mejorar el contrato que le ligaba al Barça, también con un proceso electoral en ciernes. Aficionado a firmar varios contratos a la vez –ya lo hizo con el Parma y la Juventus antes de dejar el Sporting de Lisboa para recalar en el equipo de Cruyff- nunca creyó que Florentino Pérez llegaría a la presidencia. Por eso, ni él ni Veiga dieron importancia a la penalización de 5.000 millones de pesetas que el documento contemplaba para el supuesto de que alguna de las dos partes decidiera incumplirlo. “Estoy tan confiado en que vendrá Figo que, si no lo hace, pagaré las cuotas de los socios el año que viene”, presumía el constructor durante la campaña electoral.La primera conversación entre Santos y Figo tuvo lugar en el hotel Juan Carlos I, un cinco estrellas muy apropiado para un galáctico. El agente le planteó el asunto sin rodeos. Fichara o no finalmente por el Madrid, ganara o no Florentino Pérez las elecciones, él no tendría nada que perder y sí mucho que ganar. La oferta, además era lo suficientemente tentadora: 6.000 millones por seis temporadas. “Piénsatelo y me llamas”.Fue exactamente lo que el portugués hizo. La segunda y definitiva cita volvió a tener como marco el hotel de lujo de la Avenida Diagonal. A Figo no le tembló el pulso cuando estampó su firma en el documento que en Madrid había preparado José Luis del Valle, ‘Chitín’, el abogado del Estado que ejerce de alter ego de Pérez en los temas jurídicos. El portaestandarte del barcelonismo se había entregado al enemigo blanco. Una vez que Lorenzo Sanz convocó las elecciones, Veiga informó sucintamente a los directivos del Barça del compromiso alcanzado por Figo con uno de los candidatos del Real Madrid. Cundió el desasosiego. La primera parte de las vacaciones del jugador en el Algarve fue un ir y venir constante de emisarios barcelonistas para disuadirle de sus propósitos. Joan Gaspart, llamado a sustituir a Josep Lluís Núñez al frente del club, llegó a viajar a Cerdeña para tratar sin éxito de ‘desfacer el entuerto’.A Sanz le costó cara su incredulidad. El presidente saliente fue informado de la maniobra de su adversario con cierta antelación pero se negó a considerarla. Santos, convertido en ‘agente doble’, se plantó en sus oficinas y le reveló el gran secreto: “Me dicen que Florentino tiene fichado a Figo. Tú verás lo que haces...”. Como era presumible, Sanz no hizo absolutamente nada.Cuando Florentino descubrió su baza a una semana de las elecciones, la presidencia cayó como fruta madura. A las 20,30 de la tarde del 17 de julio de 2000 hacía realidad su sueño de verse proclamado presidente del Real Madrid en la sala de trofeos del club. Al concluir el acto, el constructor abandonó precipitadamente el estadio para dirigirse, en compañía de Santos Márquez, al aeropuerto de Torrejón. Allí aguardaba un avión privado para conducirles a Lisboa. Simultáneamente, Figo viajaba a la capital portuguesa desde Cerdeña, donde pasaba sus vacaciones. La cita se había fijado en el despacho de Veiga, en el centro de la capita lusa, donde ya se encontraba Paolo Futre, que había acudido a retirar el cheque de 100 millones de pesetas en que había tasado sus servicios.Lo que se presentaba como una reunión ceremoniosa para que ambos protagonistas se conocieran, para que el jugador firmara el contrato definitivo con el club y para determinar el momento más adecuado de presentarle en Madrid se complicó más de la cuenta. Figo empezaba a ser consciente de que el callejón en el que se había metido no tenía salida.En medio de una indisimulada tensión, avanzaba la noche sin que Figo firmara. En un momento determinado, Santos Márquez le preguntó si quería algo más para decidirse. Tras dudar un momento, Figo respondió: “A Sa Pinto”. Al flamante presidente del Madrid la contestación del futbolista le pilló en fuera de juego: “¿Quién es Sa Pinto?”, inquirió a su vez. “Un ciclista”, le respondió Márquez en tono jocoso. Por fin, a las cinco de la madrugada y sin compromiso alguno con Sa Pinto, jugador del Sporting de Lisboa y de la Real Sociedad y uno de los mejores amigos de Figo, Florentino Pérez guardaba en su bolsillo el contrato con la rúbrica de su primer galáctico. Había sido necesario entregarle un suculento adelanto sobre la ficha del primer año, 600 millones de pesetas, que ingresó en su cuenta corriente una semana después, horas antes de vestirse de blanco ante la prensa.Nada podía hacer ya Gaspart para truncar la operación. Lo que hubiera sido factible con el precontrato inicial -era improbable que Pérez, un constructor con intereses en Cataluña, hiciera valer en los tribunales el acuerdo del jugador con una de sus empresas - resultaba una quimera tras la firma del contrato definitivo entre el jugador y el Real Madrid. Al Barça no se le había pasado por la cabeza abonar la indemnización de 5.000 millones contemplada en el documento. La celeridad con que se desarrolló la última fase del fichaje fue providencial para evitar sorpresas desagradables.En la mañana del 18 de julio, apenas unas horas después de formalizar la contratación, Florentino telefoneaba a Joan Gaspart para comunicarle el epílogo del ‘caso Figo’. Quería consultarle sobre la fecha más conveniente en la que realizar la presentación oficial del jugador. Según le explicó le Florentino, no era su deseo interferir en el proceso electoral del Barcelona, que vivía sus últimas jornadas. Gaspart agradeció el detalle y le sugirió que demorara el acto una semana hasta que los socios del Barça hubieran pasado por las urnas. Y eso fue lo que se hizo.A las seis de la tarde del 24 de julio Figo comparecía en la sala de trofeos del Santiago Bernabéu. Ese mismo día el Banco Zaragozano concedía cuatro créditos al Real Madrid por un importe total de 13.000 millones de pesetas, imprescindibles para abonar al Barcelona la cláusula de rescisión del jugador: 11.913 millones de pesetas. Los Albertos, grandes amigos del constructor, habían corrido en su ayuda. “Sé lo que pueden pensar en arcelona, pero tengo la conciencia muy tranquila”, declaró el futbolista a la nube de reporteros.

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