sábado, 3 de enero de 2009

UN ANIMAL ANDA SUELTO

Edmundo alias el animal, una bestia parda de los terrenos de juego, la capacidad del hombre de provocar dolor a su alrededor, es inversamente proporcional a la de provocar amor, sin duda este jugador, en algún punto de su vida eligió quedarse solo con la primera.Seguramente si no se hubiera ganado la vida dando patadas a un balón, hubiera sido un delincuente o un asesino en serie.Solo hace falta echar un vistazo a su biografía, la cosa fue más o menos así: llegó el Vasco da Gama de visita al Palmeiras y lo primero que hizo Edmundo fue irse al vestuario del equipo rival, acompañado de su agente, Pedrinho Vicençote, y tirarse media hora hablando con Luis Felipe Scolari, entrenador del Palmeiras sobre su posible fichaje por el equipo de São Paulo. Luego volvió a su vestuario. Discutió (dicen) con su compañero goleador Romario (dicen que porque él quería ser el capitán ese día y Romario no le dejó), se fue a hablar con el médico, dijo que no podía jugar, salió a la puerta del estadio, pidió un taxi y se fue al aeropuerto. En el bolsillo ya llevaba el billete de avión para Río. Mientras, en el vestuario, su entrenador, Alcir Porte, entregaba al árbitro la alineación del equipo, en la que figuraba Edmundo.El Palmeiras ganó (2-1), su hinchada no paró de jalear el nombre de Edmundo durante todo el partido, y el presidente del Vasco anunció, muy enfadado, que ésta podría ser la última andanza del futbolista con su camiseta. Nada nuevo bajo el sol.Cuando se comprometió con el Vasco obligó a incluir en su contrato una curiosa cláusula que le concedía licencia para todo después de los entrenamientos.
Por primera vez, un ídolo del deporte brasileño va a la cárcel, condenado por haber provocado un accidente que causó la muerte a tres jóvenes. Liberado 24 horas después, el futbolista Edmundo aguarda en libertad el fallo del Tribunal Supremo de Justicia sobre su apelación. Caso de que la sentencia se confirme, pasará cuatro años y medio detenido.Irritado, la mirada entre insolente y lejana, Edmundo, El Animal, se presentó para pasar la noche en una celda junto a otros seis hombres, detenidos por impago de pensión a sus ex mujeres. Fue una larga noche: Edmundo la pasó en vela. Rehusó la comida de la prisión (café con leche, pan y margarina en el desayuno; arroz, carne picada y plátano en el almuerzo), y en 24 horas comió solamente un sandwich y un vaso de leche con chocolate, que pidió en un bar cercano a la comisaría. Durmió de diez de la mañana a dos de la tarde, tendido en la colchoneta prestada por un compañero de celda.A las ocho y cuarto de la noche del jueves, le fue concedido el habeas corpus. Edmundo salió de la comisaría, entró en un coche y marchó rumbo al estadio de su club, el Vasco de Gama. El jugador ahora aguarda que el Tribunal Supremo de Justicia decida su suerte: cumplir la condena tal y como le fue impuesta, o transformarla en trabajos comunitarios. El Vasco de Gama, por su parte, aguarda con idéntica ansiedad. Al fin y al cabo, traer a Edmundo de regreso a Rio, luego de una tempestuosa temporada en la Fiorentina, costó 14 millones de dólares (unos 228 millones de pesetas).

Un genio, un camorrista

Jugador extremadamente habilidoso, rematador implacable, la relación de Edmundo con la pelota es la de novios adolecentes. Alegres los dos, sueltos y libres, inventándose aventuras. Un goleador, un ídolo que por donde pasa deja dos memorias: la de las jugadas infernales, y las de un jugador violento. Edmundo significa, para los aficionados, momentos de alta tensión a la espera no solamente del remate magistral sino del codazo al adversario, del escupitajo al juez, de la patada a traición.Dentro y fuera de las canchas, la imagen de El Animal justifica plenamente el apodo recibido hace varios años. Reo en 14 juicios, Edmundo podría haber tenido el mismo destino reservado a los miles de niños pobres de los suburbios de Río de Janeiro.De niño tenía otros apodos: Diño, Plomito y Gallina Mojada. Niño hablador, peleador, temperamental, enemigo de la escuela, amigo de la pelota. Y generoso: regaló casas a los familiares pobres, coches y pensiones importantes a los padres. Toda su carrera de jugador fue marcada por las explosiones de violencia dentro y fuera de la cancha. Dice que hasta ahora nunca supo reconocer el valor de la familia, de los amigos. Ocurre que ese ahora se repite desde hace un buen par de años, y nada cambia en sus actitudes.

En octubre de 1994, en un partido entre el São Paulo y el Palmeiras (su club entonces), agredió a dos adversarios. Resultado: pelea generalizada en el campo. Febrero de 1995: un muchacho de 14 años le pide un autógrafo y, de paso, dice que tiene que esforzarse más. Resultado: Edmundo le planta un puñetazo en la cara. Agosto de 1997: irritado por haber sido rechazado para un partido en la playa, rompe la nariz de un estudiante. Por no mencionar la agresión a un árbitro en 1993, o la pelea con medio equipo del Vélez Sarsfield en 1995, o la agresión a un cámara de televisión en Ecuador, en un partido de la selección brasileña.Tuvo suerte, en todo caso. Su hermano, Luiz Carlos, nacido pobre como él, violento como él, fue detenido innumerables veces. La última, por haber asaltado la casa de su famoso hermano, a la caza de cosas para vender y conseguir dinero para pagar sus deudas con traficantes de droga. Edmundo tiene, al menos, recursos para pagar a uno de los más importantes y respetados abogados criminales de Brasil: Arthur Lavigne, suegro del compositor Caetano Veloso. Para quien salió de la nada, ya es un buen comienzo. Cuando salió de la cárcel, en la noche del jueves, Edmundo recibió aplausos, incluso de sus seis compañeros de celda. Ninguno de ellos mató a nadie. Pero siguen detenidos.El Club de los Iluminados, a decidido en una ajustada votación, proclamar Iluminado a Edmundo, aunque se tomaran medidas extremas, para garantizar la seguridad de sus compañeros.Deberá moverse por el castillo, con unas esposas y unos grilletes en los pies, después de dormirse se le suministraran anestésicos, y en su habitación se instalaran varias cámaras de seguridad, pese a todo ello, se le tratara como a uno mas,o no. Bienvenido al Club animal.

2 comentarios:

jonceltic dijo...

Qué bestia. Receurdo cuando jugaba en la Fiore y veíamos todos los lunes Fiebre de Futbol (maldini)...y flipaba con su genio.

El Fumador dijo...

Ya ves, no me gustaria tenerlo como enemigo,jeje, gran programa si señor,saludos Jon!